Pecado y reconciliación desde una perspectiva católica
San Isidro nació en Madrid (España) en la segunda mitad del siglo XII. Durante la mayor parte de su vida trabajó como jornalero en una granja a las afueras de la ciudad. Muchos sucesos maravillosos acompañaron su trabajo en el campo durante toda su vida y continuaron mucho después de su santa muerte. Tuvo visiones celestiales y, según cuentan, a veces los ángeles le ayudaban en su trabajo en el campo. San Isidro fue canonizado en 1622.
Isidro, llamado así por sus padres en recuerdo de San Isidoro de Sevilla, demostró ser un buen trabajador del campo y ferviente creyente, al que los ángeles venían a echar una mano para arar conduciendo los bueyes por los campos mientras Isidro rezaba fervientemente durante largas horas entre los surcos del campo; buen marido, se casó con María Toribia (Santa María de la cabeza); y buen padre, tuvo un hijo que, por accidente, cayó en un pozo (que puede verse en el museo de los orígenes) Tanto Isidro como su mujer se pusieron a rezar, y el agua del pozo subió unos metros hasta alcanzar la superficie, permitiendo la salida del infante de su interior.
Iglesia Católica de San Isidro – 22º domingo después de Pentecostés
Isidro Labrador (c. 1070 – 15 de mayo de 1130), fue un labrador español conocido por su piedad hacia los pobres y los animales. Es el patrón católico de los agricultores, programadores y de Madrid, El Gobernador, Jalisco y de La Ceiba, Honduras. Su festividad se celebra el 15 de mayo.
El nombre profesional español labrador procede del verbo labrar (“labrar”, “arar” o, en un sentido más amplio, “trabajar la tierra”). Por lo tanto, referirse a él como un simple “labrador” es una mala traducción del labrador español, ya que no hace referencia al aspecto agrícola esencial de su trabajo y su identidad. Su verdadero nombre era Isidro de Merlo y Quintana.
Isidro pasó su vida como jornalero al servicio del rico hacendado madrileño Juan de Vargas en una finca de los alrededores de la ciudad[4]. Compartía lo que tenía, incluso sus comidas, con los pobres[5]. Juan de Vargas le nombraría más tarde alguacil de toda su hacienda de la Baja Caramanca.
Isidoro se casó con María Torribia, conocida como Santa María de la Cabeza en España; nunca ha sido canonizada, a la espera de la confirmación del papa Francisco. Isidoro y María tuvieron un hijo[4]. En una ocasión, su hijo cayó en un pozo profundo y, ante las plegarias de sus padres, se dice que el agua del pozo subió milagrosamente hasta el nivel del suelo, llevándose al niño con ella. En agradecimiento, Isidoro y María hicieron voto de abstinencia sexual y vivieron en casas separadas. Su hijo murió en plena juventud.
Estatua de san isidro labrador
San Isidro era un jornalero que trabajaba en los campos cercanos a Madrid para un terrateniente llamado Juan Vargas en los siglos XI-XII. No figura en la Leyenda Dorada, pero una vita escrita en 1275 por Juan Diácono dio lugar a un culto generalizado que perdura hasta nuestros días.1
El milagro por el que Isidoro es más conocido fue observado por Juan Vargas una mañana. Los demás trabajadores se habían quejado de que Isidoro pasaba cada día la mayor parte de la mañana rezando en la iglesia, pero cuando Vargas le preguntó al respecto, Isidoro le aseguró que sus oraciones harían que la tierra fuera más fructífera y que todo su trabajo se llevaría a cabo. Vargas se preguntó cómo era posible esto último, así que una mañana fue en secreto a observar. Lo que vio fue a dos ángeles ayudando a Isidoro a arar, cada uno de ellos conduciendo una yunta de bueyes blancos.
En recuerdo de este milagro, innumerables iglesias de América Latina tienen grupos estatuarios con el santo guiando una yunta o equipo de bueyes blancos, como en la primera fotografía de la derecha. Otras iglesias exhiben pinturas como la segunda de la derecha, con el santo rezando en la iglesia y los ángeles ya en sus arados. Varias imágenes utilizan diversas combinaciones de la vestimenta tradicional del santo: un sombrero de copa plana, una chaqueta corta con un amplio cuello blanco y puños blancos, pantalones que llegan hasta la rodilla o medio muslo, y medias o polainas.
Imagen de San Roque
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